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Mostrando entradas de noviembre, 2021
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Cómo ganarle a la muerte con una novela imperfecta Me van a odiar con esta columna, lo sé. Dirán que respete la memoria de Almudena Grandes o mejor aún, que debo esperar a que su cuerpo se enfríe para decir que no entiendo cómo afeitar el pubis de una menor de edad nos resultaba tan erótico hace treinta años: “Porque eres muy morena, demasiado peluda para tener quince años. No tienes coño de niña. Y a mí me gustan las niñas con coño de niña, sobre todo cuando las voy a echar a perder”, le dice Pablo, profesor universitario, a la joven en una escena de Las edades de Lulú (1989) que mucha gente, estoy segura, emuló.      Igual  muchas compramos el perfil de ese personaje, el fuck boy narcisista maligno, reforzando la antigua idea de caer rendidas ante una masculinidad cruel en nombre del amor masoquista que, con tal de darle gusto al otro, nos rebaja y pervierte.   Advierto que no soy fiscal ni motiva estos párrafos una moralina amarga. Hemos leído a Nabokov, al Marqués de Sade sin
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  Cuando la escritura desea ser deseada Alma Karla Sandoval Si el texto debe probar que me desea, tendríamos que corresponder releyéndolo, en algunos casos, defendiéndolo. Para eso escriben algunos, para que los quieran o no los abandonen. El lenguaje, cuando no repele, se encuentra erotizado, cargado de un carisma irresistible, de un estilo atrayente. Si de por sí es difícil la escritura, sin que alguien nos lea o responda al coqueteo, esta se traduce en un martirio.       Las escritoras lo saben, lo sufren un poco más, aunque eso no signifique que a ellos no les afecta la ausencia de lectores. Por eso los buscan estratégicamente. Sin pudor, les pasan sus libros inéditos a varios amigos para ver qué opinan. No es extraño que cuenten con una ex, una novia, una amiga lectora contumaz, una amante o lo que sea, dispuesta a retroalimentarlos, a nutrirlos. Con esa sangre vuelven al texto, corrigen, desechan, acicalan sus obras. A veces consiguen el objetivo: seducir a una editorial, a u
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    Violencia por no consentimiento, una nueva definición Alma Karla Sandoval    ¿Por qué las mujeres se lo piensan antes de decir no frente al acoso sexual en el trabajo?, ¿cuál es una de las razones por las que ceden cuando las persigue alguien poderoso en el ámbito en el cual pretenden desarrollarse? No sólo porque salen “ganando”, porque supuestamente de ese modo conseguirán sin tanto esfuerzo lo que quieren, sino porque mientras más precarizada esté la víctima, más sencillo será convencerla u obligarla. Eso lo saben quienes abusan del poder y disfrutan siendo impunes. Sin embargo, algunas mujeres son firmes en su negativa porque intuyen que, incluso sometiéndose, ciertos depredadores no cumplirán su palabra, no impulsarán sus carreras, les negarán protección o de todas formas perderán el empleo.        No obstante ese digno ejercicio, las consecuencias de no hacer “lo que todas para triunfar” son irreversibles. Leo las palabras de la escritora Lucía Extsebarria en su muro
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Cristina Peri Rossi, del exilio al Cervantes   Le puso cuerpo al cuerpo que es palabra fluctuante. Se adelantó a la cuarta ola feminista y a la deconstrucción de los vínculos sexoafectivos. Nos advirtió que el amor es una droga dura porque te hace ver personas que no existen. Fue más allá que el extranjero de Camus porque cuando se enteró del atentado de las Torres Gemelas, Cristina Peri Rossi se fue a hacer el amor con otra mujer y tan campante. Así acuerpó una literatura contracanónica, una resistencia de cara a todas las dictaduras como ella misma dice, no importa que sean también regímenes estéticos.       Sin miedo a la poesía dentro de la prosa como en su mítica novela, Solitario de amor (1988), donde el personaje de Aída trasciende a las lectoras que se identifican con ella o con la voz que canta y le aúlla a su deseo; la galardonada con el Premio Cervantes 2021 conversa poetizando. Afirma, por ejemplo, que se sale del amor como de una catástrofe aérea. Así son sus imágene