En torno a Un claro en el bosque de la cadencia




Cadencia

1. f. Ritmo o repetición de determinados fenómenos, como sonidos o movimientos, que se suceden con cierta regularidad.

2. f. Número de casos o de apariciones que se repiten por unidad de tiempo.

3. f. Proporcionada y grata distribución o combinación de los acentos y de los cortes o pausas, en la prosa o en el verso.

4. f. Efecto de tener un verso la acentuación que le corresponde para constar o para no ser duro o defectuoso.

5. f. Modulación de la voz.

Nos avisa Sandoval en el preámbulo de esta antología que el descanso de su propia cadencia es, a veces, el delirio. Como si fuese necesario dejar el propio movimiento, abandonar la voz y mecerse en el amasijo carnoso de las palabras, sin modulación, sin juicio; o quizás replegar velas, parar el viaje para observar el mapa y leer de cerca el itinerario que ha seguido. Soltar en frente ese equipaje de cenizas que al encuentro con el canto tiene que convertirse en brasas. Y verlo arder.

    Así, esta antología tal vez le sirva a Alma Karla Sandoval para observar desde la calma, a su alrededor, su bosque. A las lectoras, en cambio, nos supone más allá de un claro: una absoluta claridad, una iluminación. No se trata de un lugar parecido a un valle, sino, usando sus palabras “un camino que se abre en la cara para entender” y ese entender no se somete a la razón, apenas a entender. Una voz que se desplaza porque ella misma dice que “quieta no, quieta jamás”, apenas un respiro para tomar aire y seguir.

     Transitar este camino supone estar dispuesta a ser atravesada, a que no sean el ojo y la mirada los que detienen las palabras antes de entrar en el cuerpo porque “la memoria no es un álbum”, sino el cuerpo el que constata, en su temblor, que la palabra ya está dentro, y ha hecho su trabajo de ficcionar la realidad y construir el relato de la vida, porque efectivamente “la memoria no es un álbum, sino una larga herida negra que nos cruza, un lagarto, tal vez, debajo de los músculos”. 

     Referencias culturales constantes, la flor y el canto en el fondo de cada poema recogiendo la tradición mexicana desde un punto de vista totalmente actual, de una mujer poeta que habita en la contemporaneidad, para nuestra suerte, y que nos invita a reflexionar y al deleite de la poesía, no diré, de la poesía con mayúsculas detesto esa expresión “con mayúsculas”, así que diré con alas, o mejor con viento. “ un soplo que desviste lo que miro, /las cosas ciertas o irreales: abulia y dolor de los peatones, semáforos eternos cuando llueve”. Encontramos en estas páginas “una oferta de información estética anchísima y honda” como reza el texto de contraportada de Saúl Ibargoyen, un encuentro literario en estas páginas que atraviesa la barrera entre lo real e irreal para llevarlo a la verdad de la poesía. La belleza extrema que Alma Karla Sandoval acuesta en estas páginas proviene de la luz en batalla con la oscuridad, de esa fuerza de contrarios pugnando por hablar, por expresarse. Acuesta su canto en el borde del camino para que nos acompañe en la senda del bosque. Encuentra su claro, lectora, llama a la puerta de esta cama de hierba o de nubes:

 

Llama,

que no se pudra 

la semilla,

que tu canto

también duerma.

 

Silvia Penas

 

Pontevedra, 6 de octubre de 2021.

 


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