Buchonas o Nenis, igual deténganlas
La dicotomía no cambia: santa o puta. La sociedad en México castiga a las mujeres sin importar los medios, las formas, las razones por las que se hacen de dinero. El objetivo es su precarización, dependencia, mendicidad. La plata rompe cadenas. Mal habida o no. Así que si alguien como Emma Coronel, una de las esposas de El Chapo Guzmán, exreina de belleza y defensora del capo, es aprehendida --algo que debió pasar hace mucho--, los medios de comunicación se vuelvan en análisis y explicaciones huecas sobre el papel de las mexicanas en los carteles de la droga, su recién liderazgo, su legendario proceder entre cirugías, lealtad inescrutable, valor insólito, pero también maldad sin límites.
Ahí tienen a la Narcomami, Jefa única del Cártel de Tijuana. Y qué decir de la Reina del Pacífico, detenida el 28 de septiembre de 2007 y liberada en 2015 y luego extraditada a Estados Unidos, donde se le condenó a 70 meses de prisión. Por si fuera poco, Julio Scherer le dedicó un libro. Arturo Pérez-Reverte se inspiró en ella para su Reina del Sur y Kate del Castillo debió ir a terapia para sacudirse el personaje. Esa fascinación abona, de algún modo, el relato patriarcal con moralejas que sostienen su hegemonía. Aclaro que no se aplauden aquí los delitos de estas "Buchonas", nombre que deriva del whisky Buchanans, el supuestamente favorito de los narcos; no, no celebramos el poder financiero que ellas obtienen como "bien colateral" de sus dislates o macabras decisiones. Lo que sí, el adoctrinamiento sexista satanizando y admirando a estas mujeres por anómalas. Desde esa mirada, solo prostituyéndose, matando o robando, ellas pueden convertirse en millonarias. Las demás no, la mayoría nacieron para esclavas y que las mantenga el marido, que las ayuden sus familias y que se conformen con estirar la mano.
Pero, ¿qué ocurre en un escenario pandémico cuya crisis empuja a madres solteras a vender ropa, calzado, maquillajes o comida para mantenerse?, ¿qué se piensa de las mujeres que han perdido el empleo y las corretean los abonos chiquitos de Coppel, Electra o los préstamos de los bancos que saben cobrar y por eso ellas logran salir adelante vendiendo productos a través de Facebook, Instagram, Twitter y WhatsApp?, ¿qué pasa en el imaginario social de esta república? Se angustia, me atrevo a decir que se horroriza y de inmediato inventa un nombre despectivo, con sus letras escarlatas bien puestas, para frenar que esas emprendedoras se salgan son la suya: que sobrevivan entregando pasteles, vestidos y demás. "Nenis", las llaman, y así las estigmatizan. La palabra se ha viralizado, para algunos proviene de la pregunta en redes, "¿dónde entregas, nena?", lo cual, dicho sea de paso, recuerda a aquello de "¿a qué hora sales al pan?" Es otro modo de acosarlas.
La precarización con la que las victimizaron, las orilló a perder vergüenza, a volverse recursivas, a conseguir dinero, a ir evadiendo la miseria. Y eso no puede ser, no se les puede permitir. Hay que seguirlas dominando. No se pueden salir del corral donde las quieren suplicantes, mal comiendo, mal viviendo. No les perdonan la recuperación de su autonomía, la obtención de recursos. Así como a las feministas hay que demonizarlas, "todas son machorras o feminazis", a las Nenis hay que incomodarlas, no vaya ser que al rato las que aún no se espabilan las vean como ejemplo y al rato, ¿qué van a hacer con sus falos simbólicos asustados y encogidos?
Por lo anterior, solo se dan dos sopas: la de las putinarcas o la de las jodidas que andan viendo qué venden. Nada en medio, entre la flor y la cadena, donde hay escapatoria.
Alma Karla Sandoval
Reflexiva nota que nos sigue recordando la lucidez de Sor Juana en épocas novohispanas, la falocracia va a caer, está cayendo 🙌🏻
ResponderEliminarBreve y profunda línea del tiempo en de contrapuestos en un contexto nacional de identidad propia, aunque no ajena en un mundo global.
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