Todos los mares llevan a Virginia Alma Karla Sandoval Querido Leonard: Esta es la carta que no encontrarás, dejé una donde te digo que sólo pude ser feliz a tu lado. Así debía ser para honrar tu compasión, tu fuerza ante las voces que ya no podía dejar de escuchar o las visitas del mismo arlequín que veo por las mañanas en el pasillo de la biblioteca. Sí, querido, debía decirte algo más bello que una frase con la cinta de la gratitud antes de tomar la decisión, de negarme un nuevo otoño con castañas y hojas de oros tristes, ambivalentes, para la nieve de enero. Tenía que ser cortés en aquellas frases, escribir para tu calma. Mi realidad es otra. Cada segundo trae consigo un poco de mal. El tiempo no es bueno y la vida que él nos arranca con todo y sus días luminosos, nunca nos compensa. Ay, Leonard, fuiste necio. Ayer te vi llorar porque hace mucho que no quiero recibir a nadie ni comer normalmente. Pero por la tarde me reconfortó ver la mirada de la enfermera Loise que h
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